La muerte es algo natural y todos, en mayor o menor medida, ya tenemos experiencia en ese terreno y como podemos superar una muerte. Pero siempre podemos mejorar emocional y conductualmente para gestionar mejor la situación, no quedarnos anclados en el pasado y comprender que la vida sigue sin nuestro ser querido, pero manteniendo un buen recuerdo de él.
ÍNDICE
Etapas del proceso de duelo
La psiquiatra y escritora suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross, postuló una serie de etapas por las que atravesamos ante la muerte de un ser querido.
Y estas etapas, según la Doctora Kübler-Ross suceden también en cualquier proceso que implique pérdida o problema importante (ruptura sentimental, problemas familiares, pérdida de trabajo…).
Estas etapas, que no todos pasamos, ni en el mismo orden y duración, serían las siguientes:
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Negación e incredulidad
La primera etapa por la que se suele pasar es negarse a aceptar la realidad. Nos negamos a aceptar que esa persona ha fallecido, que no volveremos a verla nunca. Es una sensación de extrañeza y desconcierto ante la noticia de la muerte.
A menudo, la mente tiene dificultades para procesar la información y nos es difícil creer que la persona que amamos ya no está con nosotros. En este momento, podemos sentir que la noticia es un error, que la persona en realidad está en algún lugar y que volverá. Puede haber un sentimiento de incredulidad.
Es común sentir que la muerte de nuestro ser querido es irreal o que está sucediendo en un sueño, que, al despertarnos, todo será normal de nuevo. Este sentimiento de incredulidad puede durar bastante tiempo después de la muerte.
La negación e incredulidad es una defensa temporal que nos ayuda a protegernos del dolor y la angustia que sentimos ante una noticia tan terrible, es una manera de protegernos del dolor y la angustia que sentimos ante la pérdida. Es una defensa temporal que termina por asimilarse y aceptarse.
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Ira y enfado
Por la impotencia por no poder revertir tal situación. Puedes sentir ira hacia Dios (o según tus creencias), hacia la persona que murió, hacia ti mismo o hacia otros.
Aquí pueden surgir sentimientos de enfado y envidia hacia personas cercanas que no han sufrido esa pérdida.
Esta ira no es algo malo o algo de lo que debamos avergonzarnos, es comprensible y normal sentirla. En lugar de reprimirla, es importante permitirnos sentir y expresar nuestra ira de manera saludable, como hablar con amigos o familiares y contarles lo que sentimos, hacer ejercicio físico que ayude a liberar la tensión acumulada, practicar relajación, volcarse en algún proyecto constructivo…
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Negociación
Se tiene la esperanza de que se puede influir en la situación. La persona puede sentir que ha perdido el control y tratará de recuperarlo a través de la negociación.
Por ejemplo, pueden hacer promesas a Dios o a sí mismos, o a la persona fallecida, en un intento de evitar la pérdida, como «prometo hacer tal cosa si esa persona vuelve».
Es una parte normal del proceso de duelo y no hay que considerarla como un fracaso o una debilidad. Al permitirse sentir y procesar estos sentimientos, una persona puede avanzar hacia la aceptación y la resolución.
Se asume cada vez más la pérdida que ha ocurrido, lo que provoca sentimientos de tristeza y pesar. Se tiende a evitar el contacto social, a pasar mucho tiempo llorando, perder el interés por todo.
Este paso es de los más importantes y todo el mundo pasa por él; no se debe intentar alegrar a quien está en esta situación, hay que dejar que lo procese por sí mismo.
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Aceptación
Es ya un estado de calma en el que se ve la muerte, o la pérdida que se haya tenido, como algo natural en la vida. Esta etapa se caracteriza por la aceptación de la realidad de la pérdida y la comprensión de que la persona que amamos ya no está con nosotros.
Sin embargo, esta aceptación no significa que ya no se sientan dolor y tristeza; habrá muchos momentos difíciles, especialmente en ocasiones especiales o en situaciones que nos recuerden a nuestro ser querido.
Durante esta etapa, podemos comenzar a recordar a nuestro ser querido con una sensación de paz y gratitud en lugar de dolor y tristeza.
A medida que aceptamos la realidad de su muerte, podemos comenzar a ver cómo su vida y su presencia aún tienen un impacto en nuestra vida y en las vidas de los que lo rodean.
No todas las personas pasan por todas las etapas ni en el mismo orden, pero, al menos, se pasa por dos de ellas.
Cada persona procesa su duelo a su manera y en su propio tiempo. No hay una forma correcta o incorrecta de hacerlo.
Es importante no forzar este proceso, no debe intentarse acelerarlo o acortarlo. Es algo personal, se puede tardar más o menos tiempo, pero el proceso de aceptación va a llegar.
Podemos, no obstante, seguir una serie de consejos, que nos van a permitir aceptar y superar la muerte de un ser querido y adaptarnos emocionalmente a esa pérdida.
Como podemos superar la muerte de un ser querido
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Ser consciente de lo que uno siente y aceptarlo
En un proceso de duelo pasaremos por una montaña rusa de emociones, que van desde la negación, la ira y la tristeza.
Es un proceso que llevará su tiempo, pueden ser días, semanas o meses dependiendo de multitud de circunstancias (si el duelo supera varios meses hay que solicitar ayuda profesional para evitar caer en una depresión).
Darnos cuenta de lo que estamos sintiendo y no reprimir nuestras emociones es clave para enfrentar con buen pie tal amarga situación.
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Hablar del tema
Comunicar con sinceridad cómo estamos afrontando la pérdida tiene en sí mismo un efecto terapéutico que nos hará sentir mejor.
La muerte es un suceso natural y tratarlo como si fuese un tema tabú no nos ayudará en absoluto.
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Recordar a la persona que se ha ido
Es positivo mantener a la persona viva en el recuerdo. Por ejemplo conservando algunas de sus pertenencias (pero sin caer en la obsesión).
Como dicen en la película Coco «Sólo muere a quién se olvida».
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Cuidarnos
La vida no espera a nadie y continúa inexorablemente. Lo peor que podemos hacer es olvidar que tenemos un cuerpo y una mente que necesitan unos cuidados para estar saludables.
No nos queda más remedio que convivir con la pérdida, y eso supone, en la medida de lo posible, recuperar nuestra vida y mantenernos a flote, evitando aislarnos de los demás, conservando nuestras rutinas, siguiendo con tareas de autocuidado, buena higiene, deporte.
Referencias Bibliográficas:
- Kübler-Ross, E. (2015). Sobre el duelo y el dolor. Ed. Luciérnaga
- Tomley, S. (2017). ¿Qué haría Freud…?. Ed. Larousse.
- Seth J. Gillihan. (2018). Terapia cognitivo conductual. Ed. Sirio.
- Miguel A. Vallejo Pareja. (1998). Manual de terapia de conducta. Ed. Dykinson.
- Marisa Magaá (2021). Introducción al duelo. Ed. Sal Terrae.