En un famoso vídeo que corrió como la pólvora en redes sociales, se mostraba a un niño respondiendo preguntas. Le preguntaban si se sentía niño o niña y sus respuestas decían “niño” (al parecer, su sexo biológico era varón). Sin embargo, su madre intervenía para corregirle: “niña, tú eres una niña”. No recuerdo exactamente tal vídeo y desconozco el contexto, pero sí recuerdo que parecía que la madre intentaba influir de alguna manera en la autopercepción de género del, al parecer, niño. ¿Este tipo de comportamientos puede ser origen de trauma infantil?
Lo que quiero traer a colación a partir de ese ejemplo, es cómo lo que nos sucede cuando somos más vulnerables y pequeños tendrá su eco en la vida adulta.
ÍNDICE
CÓMO EL TRAUMA INFANTIL AFECTA TU VIDA
La palabra trauma significa herida, por lo que podríamos definir el trauma como una herida duradera provocada por sucesos negativos.
La infancia es probablemente la etapa más crítica en el desarrollo vital de todo ser humano. El cómo nos tratan y nos educan durante estos años influirá a lo largo de nuestra vida.
En muchos casos el trauma es “hereditario”. Por ejemplo, tus abuelos educaron con violencia a tus padres y estos a su vez lo hicieron contigo, lo que acarrea que tengas altas probabilidades de repetir los mismos patrones.
Desde el mundo de la psicología, dependiendo del enfoque, se pone más o menos énfasis en las consecuencias de posibles traumas infantiles en la vida adulta.
Así, desde el psicoanálisis se considera a la infancia como un momento clave para la formación del inconsciente o el conductismo hablaría de cómo los refuerzos moldean nuestro comportamiento.
TEORÍA POLIVAGAL DE PORGES
La teoría polivagal de Porges es una teoría que explica cómo el sistema nervioso autónomo (SNA) interviene en la regulación de las respuestas fisiológicas relacionadas con el trauma.
Según esta teoría, los seres humanos tendríamos tres niveles de respuesta cuando percibimos algún peligro.
La primera, la respuesta social: buscaríamos ayuda. En el ejemplo de un niño, este buscaría el contacto con sus padres. Si no se encuentra ayuda se lleva a cabo la siguiente respuesta.
La segunda, la respuesta de hiperactividad: reacciones de lucha/huida. El niño que no ha podido encontrar ayuda intenta escapar o luchar. Si no se puede huir o luchar se lleva a cabo la siguiente respuesta.
La tercera, la respuesta de hipoactividad: Al no poder encontrar ayuda ni luchar se activa una respuesta de inmovilización y disociación pues no tenemos ningún recurso más para intentar protegernos. En este tercer tipo de respuesta es donde se genera el trauma, nos quedamos inmóviles y vemos que no tenemos capacidad de afrontamiento ante el peligro.
PRINCIPALES CAUSAS DE TRAUMAS INFANTILES
- Abuso.
El abuso físico y/o emocional es una causa evidente de trauma infantil. Este tiene efectos profundos y duraderos en la vida de las víctimas. Provoca alteraciones en el desarrollo cerebral y respuestas constantes de estrés y ansiedad ya que el menor está constantemente hipervigilante, pendiente de cualquier señal de peligro para huir.
Las personas adultas que sufrieron abusos en su infancia pueden desarrollar dos tipos de patrones de relación aparentemente contrapuestos: por un lado pueden tener muchos temores y una gran desconfianza hacia los demás tendiendo a la evitación, mientras que por otro pueden desarrollar una gran dependencia y miedo al abandono.
Cierto pintor austríaco sufrió abusos por parte de su autoritario padre, lo que probablemente le conllevaran (pero no justifican, obviamente) posteriores problemas de baja autoestima y de necesidad de controlar a los demás.
En una dirección más positiva, Nelson Mandela sufrió abusos durante su niñez en forma de discriminación racial y lo pudo redirigir mejor que el ejemplo anterior.
- Negligencia y abandono.
Esto ocurre cuando los cuidadores no satisfacen las necesidades de protección, alimentación y afecto del niño.
(La necesidad de afecto es vital incluso para la propia supervivencia del pequeño. Famosos estudios demostraron que niños perfectamente cuidados en todos los aspectos menos en el afectivo, tenían una esperanza de vida menor).
- Separación de los padres
La separación de los padres no siempre conlleva que el niño desarrolle consecuencias negativas para su salud mental. Pero si esa separación se hace de forma conflictiva, con discusiones permanentes o con cada padre/madre intentando poner al crío en contra del otro sí es bastante probable que el pequeño desarrolle un trauma infantil, con sus consecuentes problemas de ansiedad o problemas de autoestima.
A día de hoy es tremendamente frecuente este suceso en el que los padres se ponen a sí mismos y su ira contra su expareja por delante de la salud de sus hijos.
- Acoso/Bullying
Consideramos acoso o bullying a la exposición repetida a situaciones de violencia física, verbal o psicológica. Frecuentes causas de trauma infantil. Las consecuencias pueden ser nefastas, haciendo al niño más proclive a tener trastornos de ansiedad, depresión, problemas de autoestima, problemas en sus relaciones futuras, etc. El acoso influye en el desarrollo de un sesgo de negatividad: la persona está en una alerta constante, lo que conlleva que interpreta situaciones ambiguas como amenazantes, o comentarios neutros como ofensivos.
- Catástrofes y accidentes.
En 2005 se produjo el huracán Katrina en el Atlántico. Los niños que sobrevivieron a tal acontecimiento quedaron con secuelas: muchos años después experimentaban una gran ansiedad al simplemente escuchar llover.
Para vuestra tranquilidad, cualquier evento puede ser potencialmente traumático: la percepción subjetiva que tenga cada persona como individuo será determinante, además de las condiciones que cada uno tenga en su entorno. Ante, por ejemplo, un divorcio, no es lo mismo que tus padres se separen de forma amistosa a que lo hagan de una forma conflictiva.
Además, cuando un trauma no se procesa adecuadamente, puede generar, tras unos meses, un trastorno de estrés postraumático (TEPT)
Si el trauma es una herida, el trastorno de estrés postraumático es la cicatriz.
SÍNTOMAS DEL TEPT
Los síntomas del TEPT se pueden agrupar en tres grandes bloques.
1. Hiperactivación
Cuando una persona ha sido víctima de un acontecimiento traumático está en constante alerta, creyendo que el peligro acecha detrás de cada esquina y reaccionando de forma intensa ante cualquier movimiento brusco o sonidos estridentes.
Tiene una gran tensión encima, por lo que tiene gran dificultad para relajarse.
La hiperactivación también se refleja en el ámbito de las relaciones personales, pues hipervigila a los demás en busca de amenazas.
2. Reexperimentación
La reexperimentación de las sensaciones asociadas al trauma se dan en forma de flashback, que son recuerdos muy vívidos e intensos que hace que revivas el trauma de manera involuntaria, así como de pesadillas relacionadas. Esto ocurre porque el cerebro no procesa el evento del trauma como un proceso cerrado, sino como algo que sigue activo, por lo que llega a la memoria con mucha facilidad.
3. Evitación
La persona con trauma infantil (o adulto) suele evitar cualquier situación que le recuerde al suceso traumático, de la misma forma evita hablar sobre el tema. Además suele utilizar la distracción como vía de escape e incluso la minimización del evento traumático. La evitación sirve para generar un alivio a corto plazo pero en realidad está agravando el trastorno pues a largo plazo refuerza el miedo y dificulta la recuperación.
TRATAMIENTO DEL TEPT
El tratamiento con mayor validez empírica es la terapia de exposición prolongada: se basa en la exposición gradual del paciente a eventos relacionados con el suceso traumático.
Si una persona tiene un trauma en relación a abusos que ha sufrido de niño, primeramente será expuesta de forma controlada, segura y guiada por un profesional, a sus propios recuerdos del trauma.
Posteriormente el sujeto será expuesto a situaciones relacionadas con el abuso: personas, lugares.
El objetivo es que la carga emocional se reduzca y la persona aprenda a manejar el miedo.
También se utiliza EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares): es una terapia que consiste en recordar el suceso traumático mientras se llevan a cabo ciertos movimientos oculares. Estas dos cosas al mismo tiempo activan los dos hemisferios cerebrales, haciendo que el paciente procese el evento traumático de forma diferente.
Otras terapias ponen el acento en aceptar los recuerdos y pensamientos relacionados con el trauma y verlos como lo que son, solo pensamientos y no verdades absolutas, fomentando la flexibilidad psicológica. Es el caso de las terapias de tercera generación y el mindfulness, centrado en vivir en el momento presente.
REFLEXIÓN FINAL
Para finalizar, os dejo unos apuntes tomados del psicólogo experto en trauma Rafa Guerrero.
Lo que convierte un acontecimiento en traumático es el silencio. No hablar de algo traumatiza más que hacerlo.
Lo más terrorífico para un niño es la soledad. Es necesario que vivan todo tipo de emociones, incluidas las desagradables, pero no en soledad. Lo que más necesita un niño es que estemos ahí, independientemente de que tengamos errores o no, aunque pueda parecer una pérdida de autoridad el admitirlos.
“La infancia es el suelo por el que caminaremos el resto de nuestra vida” Lya Luft.
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REFERENCIAS
American Psychological Association (APA). (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). American Psychiatric Association.
Briere, J., & Scott, C. (2015). Principles of trauma therapy: A guide to symptoms, evaluation, and treatment (2nd ed.). SAGE Publications.
Centro Vita Psicología. (s.f.). Traumas infantiles más comunes. Centro Vita Psicología. https://www.centrovitaepsicologia.com/traumas-infantiles-mas-comunes/
Entiende tu mente. (2023, marzo 19). ETM 374: ¿Qué es un trauma? [Audio podcast]. https://entiendetumente.info/etm-374-que-es-un-trauma/