Los seres humanos somos profundamente dependientes de la aprobación social. Por razones biológicas, no ser aprobado socialmente en otras épocas podía considerarse una condena a muerte, por lo que, en nuestro ADN, tenemos impresa la necesidad de ser aceptados por los demás.
De hecho, el rechazo activa áreas cerebrales similares a las activadas por el dolor físico (la corteza cingulada anterior, entre otras).
La aprobación de los demás también puede ser adictiva, ya que cuando recibimos un cumplido se activa el sistema de recompensa dopaminérgico de nuestro cerebro.
Además, el refuerzo social es uno de los reforzadores más potentes. Cuando un adolescente agrede a otro y es ‘jaleado’ por el grupo, se convierte en un refuerzo tremendo de esa conducta de agresión. Es mucho más potente que muchos premios materiales.
Ahora bien, ser esclavo de la opinión de los demás es vivir sin libertad y actuar en base a una validación externa, con miedo a encajar críticas y tomando decisiones no porque queramos tomarlas, sino por lo que creemos que los demás esperan de nosotros. Además, es imposible complacer a todos pues cada uno tiene su propia perspectiva y juicio subjetivo.
ÍNDICE
PREGUNTAS PARA HACERSE
Hazte las siguientes preguntas, date un tiempo para pensarlas e interioriza las respuestas:
¿De qué me sirve preocuparme por lo que los demás puedan pensar?
¿Puedo evitar que haya personas que piensen mal de lo que yo haga?
¿Soy capaz de acceder a la mente y los pensamientos de otro ser humano?
¿Quiero vivir en función de lo que los demás piensen de mí?
¿Qué es más importante para mí: actuar según mis valores o buscar aprobación constante?
Es imposible controlar la percepción de los demás.
Tengamos en cuenta y demos importancia a las opiniones de las personas que nos quieren o respetamos, no demos ese poder a cualquiera.
Escucha a los demás, pero decide por ti.
EL ANCIANO, EL NIÑO Y EL BURRO.
Un conocido cuento corto refleja cómo la opinión de los demás puede esclavizarnos si intentamos contentar a todo el mundo. Dice así:
Un anciano y su nieto iban de viaje con su burro hacia el mercado del pueblo. Al comenzar el camino, el anciano montó sobre el burro mientras el niño caminaba a su lado.
Al pasar por el primer pueblo, los habitantes murmuraron:
– ¡Qué desconsiderado! El anciano va cómodo mientras el pobre niño camina bajo el sol.
Al escuchar esto, el anciano se sintió avergonzado y decidió bajar del burro, dejando que el niño montara.
Más adelante, en otro pueblo, la gente comentó:
– ¡Qué niño más irrespetuoso! Él va montado y deja que el anciano camine.
Confundidos, decidieron ambos montar el burro para evitar críticas. Pero al pasar por otro pueblo, los habitantes exclamaron:
– ¡Pobrecito el burro! Estos dos son unos crueles, le van a romper la columna.
Entonces, en un intento de complacer a todos, el anciano y el niño bajaron del burro y continuaron el camino a pie. Pero al llegar a la siguiente aldea, la gente se rió:
– ¡Qué tontos! Tienen un burro y van caminando.
Al final, el anciano sonrió y le dijo a su nieto:
– Hagas lo que hagas, siempre habrá alguien que te critique. Vive de acuerdo con tus valores, no con la opinión de los demás. No se puede actuar al gusto de todos, actúa pues, a tu gusto.
Si vives pendiente de la aprobación de los demás, morirás con su rechazo.
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BIBLIOGRAFÍA
Chacón, J. M. (2013, noviembre 8). La fábula del niño, el viejo y el burro. Bienestar y Psicología | Terapia psicológica online y en Madrid centro; Juan Martínez Chacón. https://www.bienestarypsicologia.com/la-fabula-del-nino-el-viejo-y-el-burro/