Al terminar de leer esta frase es probable que estés pensando en un elefante rosa y es que intentar no pensar en algo hace que inmediatamente pienses en ello (si alguno estaba pensando en un elefante rosa antes de leer el título del artículo es para hacérselo mirar).
Controlar nuestros pensamientos (y emociones) no sólo es algo complicado sino también contraproducente. Y es que cuando intentamos eliminar un pensamiento le estamos dando más fuerza, produciéndose un efecto rebote. En el ejemplo anterior, al ser una negación, nuestra mente se encarga de comprobar que ‘’no estamos pensando en un elefante rosa’’ cosa que, paradójicamente, hace que pensemos en uno.
Centrándonos en el aspecto más emocional, si intentamos controlar nuestros sentimientos los reprimimos. Reprimir emociones es como intentar tapar una olla a presión sin dejar que escape el vapor. Llegará un momento en el que explotará… produciéndose un estallido en forma de pensamientos obsesivos y de conductas impulsivas.
Además, nuestras emociones son adaptativas y nos proporcionan información valiosa sobre nosotros mismos. Intentar no vivir la tristeza al perder a un ser querido puede hacer que aplacemos el atravesar un duelo que es necesario que atravesemos.
Llorar es sano incluso aunque seas un hombre.
Una parte de la psicología propone diferentes ejercicios para controlar y mantener a raya nuestras emociones y pensamientos y, si bien son útiles a corto plazo, a largo plazo contribuyen a mantener el problema. Ya que el problema con nuestras experiencias internas es intentar controlarlas, lo que supone una batalla eterna que no estamos destinados a ganar pues tales experiencias no son nuestras enemigas, sino parte de nosotros mismos.
Desde aquí proponemos sustituir nuestros impulsos de controlar pensamientos y emociones por aceptar que están ahí, observarlos sin juzgarlos, y orientar nuestra vida hacia las cosas que nos importan aún con pensamientos y emociones desagradables.
Y es que si tenemos que esperar a no tener miedo para hacer algo, es probable que se nos pase la vida y terminemos agotados de dirigir toda nuestra energía a intentar arrancar las malas hierbas de nuestro jardín mental, descuidando así las plantas que sí nos interesa regar. Lo importante es hacer las cosas que nos llenen, aunque lo hagamos con miedo.
Y quizás, más adelante, estos miedos desaparezcan (o no).
«A menudo hay tanta vida en un momento de dolor, como en un momento de felicidad»
Steven Hayes
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BIBLIOGRAFÍA
Asociación Española para el Fomento y Desarrollo de la Psicoterapia (AEFDP)
Grupo ACT Argentina. https://grupoact.com.ar